Hace mucho tiempo, en un bosque lanudo, medio verdoso y muy bonito, existió una especie de pajaritos llamados Alborotas, se caracterizaban por ser aves encantadoras, amorosas y muy meticulosas. Se decía de ellas que conocían todos los secretos del arte de tejer. Cuentan algunos animalitos que sus abuelos y tatarabuelos pudieron conocerlas cuando llenaban de hermosos nidos tejidos por ellas mismas los antiguos bosques de Santiago.
Ciertamente hubo muchos que aprendieron de su perfecta técnica, y sobre todo hubo muchos que quisieron dar cuenta de la importancia e influencia de las Antiguas Alborotas sobre la vida de las generaciones que sucedieron a estas fantásticas aves. Eran el corazón de los bosques, solían decir algunos, siempre con un tono ancestral en la memoria.
Fue así que desde hace ya más o menos un año, una Mamá Alborota, inspirada y motivada en sus polluelos, y con la ayuda de su propia madre, ha llevado en sus hermosas alas la misión de conservar este arte maravilloso y extenderlo con amor y gracia a las nuevas familias. Con el tiempo ambas han ido perfeccionando su arte en el precioso universo de los bebés, utilizando nada más que materiales nobles que hallan por ahí en su naturaleza. Dedican sus días y noches a la elaboración de juguetes, muñecos, sonajeros, chalecos, mantas y cualquier otra creación que traiga felicidad a los pequeños que las visitan día tras día, extendiendo la tradición y técnica tejedora de esta bella familia.
Por WBC.